¿Cómo se liga? Esta pregunta se la hace
prácticamente todo el mundo en algún momento de su vida, llegando a pensar que
tiene que llevar a cabo unos comportamientos concretos para “ligar bien”. Hoy hablamos sobre ello.
¿Qué ocurre cuando escribimos “ligar” en el buscador de Internet? Nos aparecen nombres de locales dedicados especialmente a “ayudarte” a ligar, páginas donde encontrar contactos para relaciones esporádicas, manuales de consejos, y hasta aplicaciones de móvil que aseguran ponértelo más fácil. Pero tienes que buscar mucho si quieres encontrar una definición más o menos aceptable de a lo que llamamos “ligar”. Para la RAE, en referencia a la acepción de la que aquí hablamos, ligar es “entablar relaciones amorosas o sexuales pasajeras”. Otros diccionarios ya hablan de “entablar una conversación con alguien con intención amorosa o sexual”. Y ya en libros más especializados en psicología nos dicen que ligar es “conocer y ser conocido”. Pero, sinceramente, ¿nos tragamos que la gente se comporta tal y como es cuando liga? Nunca.
La principal pregunta, a la
que nadie ha dado ni seguramente podrá nunca dar una clara respuesta es, ¿por
qué la gente se muestra diferente cuando trata de ligar con alguien, si resulta
evidente que la fachada acabará cayendo por su propio peso si la relación se
mantiene en el tiempo? Y muchos querrán venderos que ellos se comportan tal y
como son siempre, no les creáis tan fácilmente. Que se comporten “como siempre”
no tiene por qué significar que siempre son honestos y sinceros, sino que, por
el contrario, puede significar que nunca desconectan el modo conquista de su
forma de relacionarse. A nadie le extrañará lo que acabo de decir. Todos
conocemos a personas que hacen del tonteo su rutina, y los hay que acumulan dichas
conquistas, pero también los hay que ni siquiera están interesados es culminar
el ligue (¿Somos nosotros alguno de ellos?). Es decir, a la idea tradicional de
que “ligar” es un medio para conseguir algo, ya sea una relación amorosa o solo
sexual, hay que añadir que en algunas ocasiones, ligar es el propio fin y no el
medio.
¡Stop! Hagamos un inciso, porque estoy segura de que
más de uno ha pensado que no es lo mismo “tontear”, “coquetear”, “flirtear” que
ligar. ¿Qué diferencias habría, si es que las hay? Si hacemos caso a las
definiciones académicas, esos tres primeros conceptos significarían “tratar de
agradar por mera vanidad con medios estudiados” y/o “dar señales sin
comprometerse”. ¿Sería muy diferente de lo que hemos visto que eran las definiciones
de “ligar”? ¿Entonces por qué no siempre usamos las cuatro palabras como
sinónimos? Ocurre que ligar se asocia más habitualmente a un resultado: “he
ligado”, y no tanto a un proceso; por otro lado, coquetear o flirtear se
considera con frecuencia un proceso, que puede acabar o no en el resultado de
conseguir a la persona (ligársela). Pero esa es solo una interpretación, una
que exime a la gente de admitir que “está ligando”, porque parece que de
hacerlo tendría que terminar lo empezado, y si no lo hace es un/a cobarde o
un/a rechazado.
Cuando hablamos de
“tonteo”, sin embargo, hay quien se refiere hasta a un “tonteo amistoso”, en el
que probablemente haga/diga algo de manera que quien lo viera desde fuera
podría deducir que a tal persona le gusta esa otra con la que tontea y, si esta
segunda le sigue la corriente, es que ambos quieren tener algo mucho más allá
de una pura amistad. Sin embargo, para esas personas está muy claro que las
“fichas” se lanzan sin ninguna intención… Otra mentira. La mayoría de las veces
no está tan claro que solo sea una forma amistosa de comunicación, pero también
la mayoría de las veces lo cómodo es no querer saber si hay algo más. Y unas
preguntas difíciles de responder, si mantenemos que tontear es más superficial
e inicial que ligar, ¿cuándo se pasa de lo uno a lo otro? ¿Qué tiene que pasar?
¿Sabemos identificarlo en el otro?
Ligar es para algunos algo tedioso y cansado,
y para otros es el juego más divertido al que dedicar su tiempo. Por eso ocurre
a menudo que conseguir tu objetivo (ya sea sexual o amoroso) hace que el juego
deje de ser tan divertido, porque desaparece el reto. Y el reto es algo tan
excitante como adictivo, tanto que en algunas personas la satisfacción por el
éxito a menudo se queda corta en comparación con el primero. ¿Qué
diferencia a esas personas de otras? ¿Es su rasgo de personalidad “búsqueda de
sensaciones” más elevado? ¿Es su necesidad de sentirse deseado por los demás?
¿Aburrimiento? ¿Casualidad? ¿Es una fase? ¿Es una adicción? ¿Pueden enamorarse
esas personas? Y si lo hacen, ¿pueden dejar de
ligar/tontear/coquetear/flirtear? ¿Perdonarías a tu pareja un tonteo inocente
con otras personas?
Alejandra Enebral
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