miércoles, 15 de enero de 2014

Sea objetivo... si es que puede




 A pensar!!

Para resolver un problema complejo, hay quien dice que lo primero y fundamental es ser objetivo. Pero, ¿acaso se puede "ser" objetivo? Si "somos" por nuestra condición de sujetos, no objetos, entonces es impensable adjudicarnos una cualidad etimológicamente derivada de éstos últimos. La objetividad es imposible por el hecho mismo de ser un constructo, un concepto abstracto fruto del consenso ante su significado, sea el que fuere. Y si es la descripción de un hecho en ausencia de opinión, ¿no habrían de suponerse todas iguales, por objetivas? 

Si son las personas las que deciden lo que es la objetividad, entonces no puede ser otra cosa que subjetiva, por ser mirada desde unos ojos, por muchos que éstos sean. Ninguna palabra puede, por tanto, ser neutra, dado que incluso dentro de lo atrevidamente llamado neutro hay muchos matices. ¿Cómo podemos enfrentar objetividad y subjetividad si lo que define lo segundo también afecta a lo primero? A mí se me plantea un absurdo pretender definir y conseguir la objetividad, como lo es pretender hacerlo con la realidad a la que, supuestamente, refiere.


Alejandra Enebral



sábado, 4 de enero de 2014

Mi cuerpo me manda señales



Seguro que alguna vez has sentido que tu cuerpo te quería decir algo cuando estabas en una situación algo incómoda o cuando te encontrabas delante de esa persona que tanto te atraía. Hablamos de ello en el siguiente artículo.


  Así como nuestro cuerpo nos muestra que tiene hambre o está cansado, también se comunica cuando nos gusta otra persona. Lo hace de múltiples maneras, unas más sutiles y otras más obvias, al menos para el observador externo. Tu cuerpo y tu comportamiento te dicen lo que tu mente y tu razón tardarán algo más en admitir, por eso no viene mal atender al primero, por eso de estar prevenidos.

Cuando alguien nos interesa, más allá de una atracción física o de una amistad inocente, hay quien dice que se nos ilumina la cara, que sonreímos más y hasta que nos volvemos idiotas. Es ese periodo, más o menos corto, en que se trata solo de sensaciones sin resolución, un periodo en el que todo es posible porque nadie sabe lo que va a pasar a continuación. En esa fase muchos intentarán negar lo obvio, acallar los gritos de su cuerpo, deseoso de que pasen a la acción.

Como psicóloga, sexóloga, y especialmente cotilla sobre los contenidos de las mentes ajenas, me interesaban esas señales, ya sean fisiológicas, motoras o emocionales, que nuestro cuerpo nos transmite cuando encuentra un objetivo de interés. Y me interesa cómo las percibimos nosotros, cómo las atendemos y cómo las interpretamos. Por supuesto, también de qué depende que hagamos o no algo al respecto.

Estas señales le recuerdan a uno que está vivo, que siente y que padece, que quiere y que desea. Conociendo las señales que nos activan será más fácil que podamos detectar cuándo el aburrimiento o la rutina aparecen en las relaciones, y el principal reto es entonces intentar que no se pierdan esas sensaciones de “chispa”. Pero ese es otro tema.

Con la finalidad de investigar un poco sobre el tema, os pedí vuestra colaboración en una breve encuesta, "Todo apunta a que me gustas", donde os pedía seleccionar todas las opciones que considerabais que encajaban con vosotros en estas situaciones iniciales en que una persona, conocida o desconocida, se convierte en vuestro objetivo de interés sentimental. Contestaron la encuesta 33 personas, de entre 18 y 32 años. De entre las 29 mujeres, 17 se describieron como heterosexuales, 4 como frecuentemente heterosexuales, 6 bisexuales y 2 homosexuales. Solo 4 varones respondieron a la encuesta, 3 se definieron como heterosexuales y 1 como homosexual. ¿Casualidad que sean las mujeres más flexibles a la hora de definir su orientación sexual? Quizás exploremos algún día este tema. Ahora, veamos vuestras respuestas.

La señal por excelencia (marcada por un 72% de los encestados) que demuestra que alguien nos interesa, parece ser el hecho de sonreír cuando el otro o la otra nos escribe. Un acto reflejo, que puede durar milésimas de segundo, pero al que se da bastante peso. Objetivamente, si recibes un mensaje y sientes ansia por leerlo y responder, se deduce que te interesa, al menos, el tema. Si ocurre con mucha frecuencia y ante distintos temas, entonces la variable ya no es el mensaje, sino el emisor. Y cuando uno empieza a preocuparse por los minutos de demora de los mensajes recibidos, o a demorar a propósito los enviados, entonces es muy tarde para negar la atracción obvia. Algo que parece digno únicamente de quinceañeros, se mantiene sorprendente a pesar de los años, pues cuando se trata del propio orgullo, de ponerlo en riesgo, nadie quiere salir mal parado. 

Tener ganas de ver al otro con alta frecuencia es la siguiente opción más escogida, seguida de divertirse jugando a lanzarse indirectas. Hace poco hablaba yo de esto con una amiga, que me reconocía que le parecía más divertido hablarse con sutilezas con su actual, llamémoslo, foco de interés, que decirse claramente que estaban interesados el uno en el otro. Ocultar o retrasar un tiempo la clara verdad resulta, por tanto, emocionante, y el comportamiento del otro en respuesta a tus indirectas te da la clave para saber si estás yendo por el camino del éxito. Curiosamente, un “me gustas” precipitado, puede ser más obstáculo que trampolín.

Dado que nuestra atención no puede ser constante y exhaustiva sobre todo lo que ocurre a nuestro alrededor, la repartiremos siempre entre aquello que más nos interesa. En el caso que sea una persona, ella será nuestro foco de atención dentro de un grupo de gente. Se puede estar manteniendo una conversación y al mismo tiempo estar pendiente de si ella/él entra por la puerta, de si mira o habla con alguien, de si te mira a ti. Es un “tenerla/lo controlado” mientras decides qué hacer. Así lo piensan un 59% de los encuestados, si bien ningún varón ha escogido esta opción. Por otra parte, tanto hombres como mujeres se ponen nerviosos cuando saben que van a ver a la otra persona, habiendo sido esta opción marcada por un 55% de los encuestados. Multitud de síntomas fisiológicos encajarían dentro de estos "nervios", como la sudoración en las manos, la dilatación de las pupilas, el aumento del ritmo cardíaco, o la sensación de encogimiento de estómago. Además, varias personas mencionaron que precisamente los nervios marcaban la diferencia entre una atracción meramente sexual en otro y un verdadero interés sentimental. Un porcentaje similar al anterior afirma que habla a menudo de la otra/el otro a los demás, buscando la opinión externa, el consejo, el apoyo, o, simplemente queriendo compartir algo que hace ilusión.

Las siguientes alternativas más marcadas suponen aplicar la lógica ante lo que, necesariamente, no la tiene. Hablamos aquí de pensar de antemano en las posibles conversaciones que tener con ella/él y empezar a analizar su comportamiento y sus palabras para saber qué piensa quiere el otro. Esto último iría un poco en la línea de lo que ya hemos dicho, que hipotetizar y deducir, aunque requiere más esfuerzo, resulta más entretenido para la gran mayoría de la gente.

Un 38% se siente, además, cohibido en presencia de la persona, un 28% sienten la necesidad de saberlo todo de ella/él, y otro 28 sienten admiración por ella/él. El porcentaje baja al 24% cuando se trata de volverse idiota en presencia del foco de interés.

Solo 5 mujeres sienten la necesidad de dejar a la otra/el otro claro que están disponibles y solter@s, 4 dejan de prestar atención a cosas que hacían antes por prestársela a ella/él, 3 se compran ropa nueva, y 2, también mujeres, comen o duermen menos. Finalmente, una mujer nos comentaba que también son señales para ella el hecho de que distintos aspectos del entorno le recordaran a la otra persona, imaginarse un futuro en común, y sentir que pueden comunicarse sin palabras.

Preguntaba también en la encuesta si existían diferencias entre las señales que se sienten cuando alguien atrae sexualmente y cuando alguien interesa, digamos, “amorosamente”. Todos los hombres encuestados señalaron que no había diferencias dado que iban acompañadas, como también pensaron casi un 30% de las mujeres. Entre las respuestas dadas por aquellas que pensaron que sí había diferencias, lo más comentado es que cuando se trata únicamente de atracción sexual suelen mostrarse más directas y desinhibidas, invirtiendo menos tiempo en conversar con la otra persona y en conocerla. Asimismo, suelen ponerse más nerviosas cuando lo que está en juego es algo más que una relación sexual, en la que, según apuntan, las cosas estarían menos confusas. 

La siguiente pregunta trataba de explorar qué es lo que impulsa a las personas a decir a la otra/el otro lo que piensan/sienten, y en este caso tres de las opciones han sido las más marcadas, con diferencia. Un 48% espera a que dé el paso la otra persona (ej: que le bese, que le proponga quedar a solas, etc.), pero exagera las señales para que lo haga. Un 41% se asegura, antes de hacer nada, de que también la otra/el otro está interesad@ en él/ella, por ejemplo, preguntando a amigos en común. Además, un 34% no cree normalmente en sus posibilidades, por lo que, simplemente, esperan a ver como se desenvuelven los acontecimientos. También una mujer señaló que suele provocar un juego de indirectas suficientemente evidente como para contar con la seguridad de que es obvio el interés mutuo. Han sido precisamente las opciones más conservadoras y más pasivas las más elegidas, demostrando que el miedo al rechazo sigue siendo suficientemente grande como para arriesgarse a sufrirlo.

En el lado opuesto tendríamos a cinco mujeres valientes, que afirmaron que prefieren besar a la persona y que quede claro, antes que decirlo con palabras, y a otras cinco que optan por provocarle celos y observar su reacción para actuar en consecuencia. También un hombre señaló que lo dice directamente, sin rodeos.

Finalmente, algunos apuntaron que tenían ciertas curiosidades sobre el tema, como el tipo de señales de tipo no verbal establecidas en los primeros contactos de las parejas, o la dificultad para discernir los sentimientos cuando se pasa mucho tiempo con alguien y no se sabe si te gusta o no. En cuanto a esta duda, atender a las señales que aquí hemos comentado ayuda a menudo a aclarar lo que se siente o no se siente.

Para terminar, dos frases aportadas por dos de las encuestadas:
-          “Superar el miedo es la clave de todo”
-          “La vida son 3 días y ya vamos por el 2º. Así que from lost to the river!”

       Alejandra Enebral