miércoles, 10 de febrero de 2016

¿Amamos siempre de la misma manera?



Este, como cualquier otro, es un buen momento para que nos paremos a pensar sobre el amor. No en su parte cursi, sino en sus tipos y formas. En sus combinaciones, sus expresiones, sus blancos, sus negros y sus grises. De eso va mi nuevo artículo para la revista Malicieux Magazine, y os animo a dedicar unos minutos a leerlo y a reflexionar sobre las preguntas que os planteo. Amamos diferente a padres, parejas, amigos, hermanos. Pero también amamos diferentes según nuestro momento vital y según lo que el otro nos aporta. A veces amamos de una forma que nos duele, y a veces lo hacemos de una forma que cura el resto de nuestros males. Espero que lo disfrutéis.



¿Amamos siempre de la misma manera?

La respuesta a esta pregunta es evidente cuando nos referimos a los diferentes tipos de amor que existen. No es lo mismo el amor hacia la familia, que hacia los amigos, que hacia la pareja. Incluso dentro de ese amor puede haber cierta evolución en el tiempo. 

La cultura griega ya nos distinguía cuatro tipos diferentes de amor. En primer lugar estaría Eros, un amor apasionado basado en el deseo y la atracción sexual. Este tipo de amor sería el característico de los inicios de las relaciones sentimentales, cuando las ganas que se tienen los amantes son las que guían muchos de sus comportamientos. En segundo lugar, nos encontraríamos con Storgé, un amor fraternal que sería el que dedicamos a nuestros padres, hermanos y demás familia. También es el que desarrollamos hacia nuestros amigos o hacia nuestras mascotas. En tercer lugar estaría Philia, un amor que nos llevaría a tratar de relacionarnos correctamente con el resto de personas, a ser solidarios, a ayudarnos unos a otros, a trabajar juntos por un bien superior. Finalmente, en cuarto y último lugar estaría Ágape, un amor profundo y sincero que nos llevaría a cuidar y garantizar el bienestar de nuestra pareja.

Por otro lado, en psicología existe la teoría triangular del amor, que ya mencioné brevemente en otro de mi artículos (Mi pareja no quiere hacerme el amor). En ella, Sternberg postula que el amor sería siempre el resultado de las diferentes combinaciones de tres dimensiones: intimidad, pasión y compromiso. La intimidad sería la que nos hace sentir ese vínculo afectivo hacia el otro, la que nos lleva a querer compartir nuestro tiempo y nuestras emociones con esa persona. La pasión la que nos hace desear al otro, siendo ese deseo sexual y/o romántico. Finalmente, el compromiso sería lo que nos hace ser fieles al otro, manteniendo ese amor a pesar de las dificultades del día a día. La falta de amor equivaldría, según esta teoría, a la inexistencia de estas tres dimensiones. Sin embargo, Sternberg distingue 7 tipos diferentes de amor. 

El cariño se originaría de únicamente de la intimidad, y un buen ejemplo son las relaciones que tenemos con nuestros amigos. El encaprichamiento sería el que nace únicamente de la pasión, donde el objetivo es generalmente la unión sexual. Un ejemplo sería una relación sexual que se mantiene con una persona que acabas de conocer, únicamente porque te atrae y te apetece. Siguiendo con los distintos tipos, nos encontramos con el amor vacío, donde no existen más sentimientos que el respeto y la reciprocidad, como en el caso de los matrimonios arreglados por las familias, donde al principio los esposos apenas se conocen. El amor sociable lo encontraríamos en parejas que ya han perdido la pasión, pero se siguen teniendo un gran cariño, manteniéndose por tanto la intimidad y el compromiso. Otro ejemplo serían los mejores amigos, o los familiares. El amor fatuo surgiría de la combinación entre la pasión y e, compromiso, pero en ausencia del vínculo de la intimidad. Un ejemplo serían las parejas que siguen juntas únicamente por las relaciones eróticas, pero que apenas comparten sus sentimientos o vivencias uno con el otro. El amor romántico sería el resultado de la combinación de la pasión y la intimidad, pero en ausencia de compromiso. Un ejemplo serían las relaciones que se inician sabiendo que van a tener una fecha de caducidad concreta o muy poca duración. Finalmente, el séptimo tipo de amor, el amor consumado, nacería de la unión de las tres dimensiones a la vez: intimidad, pasión y compromiso. Al contrario de lo que se pueda pensar, este tipo tan completo de amor es realmente difícil de alcanzar y, sobre todo, de mantener. Es la idea que la mayoría de la sociedad tiene de lo que debería ser un amor de pareja. El que nos venden en las películas románticas. Ese amor que, a pesar del paso del tiempo, sigue siendo fiel y sigue manteniendo la misma chispa y la misma confianza. Y es que las personas no solo queremos que nuestra pareja nos desee y nos muestre su afecto, también queremos que solo sienta eso por nosotros, y evidentemente, que se mantenga por siempre. ¿Es una petición posible o imposible?

Dejemos a un lado el amor que sentimos hacia nuestra familia y nuestros amigos para centrarnos en el amor hacia nuestros compañeros y compañeras sentimentales. ¿Es posible seguir sintiendo la misma pasión al principio de una relación de pareja que a los dos años? ¿Y a los diez años de relación? ¿Y a los treinta? Si la pasión disminuye… ¿es eso un motivo para replantearse la relación?



Si deseas leer el artículo al completo, pincha en el siguiente enlace:
http://www.malicieux.es/magazine/bienestar/amamos-siempre-de-la-misma-manera.html

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