Este,
como cualquier otro, es un buen momento para que nos paremos a pensar sobre el
amor. No en su parte cursi, sino en sus tipos y formas. En sus combinaciones,
sus expresiones, sus blancos, sus negros y sus grises. De eso va mi nuevo artículo
para la revista Malicieux
Magazine, y os animo a dedicar unos minutos a leerlo y a reflexionar sobre
las preguntas que os planteo. Amamos diferente a padres, parejas, amigos,
hermanos. Pero también amamos diferentes según nuestro momento vital y según lo
que el otro nos aporta. A veces amamos de una forma que nos duele, y a veces lo
hacemos de una forma que cura el resto de nuestros males. Espero que lo
disfrutéis.
¿Amamos siempre de la misma manera?
La
respuesta a esta pregunta es evidente cuando nos referimos a los diferentes
tipos de amor que existen. No es lo mismo el amor hacia la familia, que hacia los
amigos, que hacia la pareja. Incluso dentro de ese amor puede haber cierta
evolución en el tiempo.
La
cultura griega ya nos distinguía cuatro tipos diferentes de amor. En primer
lugar estaría Eros, un amor
apasionado basado en el deseo y la atracción sexual. Este tipo de amor sería el
característico de los inicios de las relaciones sentimentales, cuando las ganas
que se tienen los amantes son las que guían muchos de sus comportamientos. En
segundo lugar, nos encontraríamos con Storgé,
un amor fraternal que sería el que dedicamos a nuestros padres, hermanos y demás
familia. También es el que desarrollamos hacia nuestros amigos o hacia nuestras
mascotas. En tercer lugar estaría Philia,
un amor que nos llevaría a tratar de relacionarnos correctamente con el resto
de personas, a ser solidarios, a ayudarnos unos a otros, a trabajar juntos por
un bien superior. Finalmente, en cuarto y último lugar estaría Ágape, un amor profundo y sincero que
nos llevaría a cuidar y garantizar el bienestar de nuestra pareja.
Por otro
lado, en psicología existe la teoría triangular del amor, que ya mencioné
brevemente en otro de mi artículos (Mi
pareja no quiere hacerme el amor). En ella, Sternberg postula que el amor
sería siempre el resultado de las diferentes combinaciones de tres dimensiones:
intimidad, pasión y compromiso. La intimidad sería la que nos hace sentir
ese vínculo afectivo hacia el otro, la que nos lleva a querer compartir nuestro
tiempo y nuestras emociones con esa persona. La pasión la que nos hace desear al otro, siendo ese deseo sexual y/o
romántico. Finalmente, el compromiso
sería lo que nos hace ser fieles al otro, manteniendo ese amor a pesar de las
dificultades del día a día. La falta de
amor equivaldría, según esta teoría, a la inexistencia de estas tres
dimensiones. Sin embargo, Sternberg distingue 7 tipos diferentes de amor.
El cariño se originaría de únicamente de
la intimidad, y un buen ejemplo son las relaciones que tenemos con nuestros
amigos. El encaprichamiento sería el
que nace únicamente de la pasión, donde el objetivo es generalmente la unión
sexual. Un ejemplo sería una relación sexual que se mantiene con una persona
que acabas de conocer, únicamente porque te atrae y te apetece. Siguiendo con
los distintos tipos, nos encontramos con el amor vacío, donde no existen más sentimientos que el respeto y la
reciprocidad, como en el caso de los matrimonios arreglados por las familias,
donde al principio los esposos apenas se conocen. El amor sociable lo encontraríamos en parejas que ya han perdido la
pasión, pero se siguen teniendo un gran cariño, manteniéndose por tanto la
intimidad y el compromiso. Otro ejemplo serían los mejores amigos, o los
familiares. El amor fatuo surgiría
de la combinación entre la pasión y e, compromiso, pero en ausencia del vínculo
de la intimidad. Un ejemplo serían las parejas que siguen juntas únicamente por
las relaciones eróticas, pero que apenas comparten sus sentimientos o vivencias
uno con el otro. El amor romántico
sería el resultado de la combinación de la pasión y la intimidad, pero en
ausencia de compromiso. Un ejemplo serían las relaciones que se inician
sabiendo que van a tener una fecha de caducidad concreta o muy poca duración.
Finalmente, el séptimo tipo de amor, el amor
consumado, nacería de la unión de las tres dimensiones a la vez: intimidad,
pasión y compromiso. Al contrario de lo que se pueda pensar, este tipo tan
completo de amor es realmente difícil de alcanzar y, sobre todo, de mantener.
Es la idea que la mayoría de la sociedad tiene de lo que debería ser un amor de
pareja. El que nos venden en las películas románticas. Ese amor que, a pesar
del paso del tiempo, sigue siendo fiel y sigue manteniendo la misma chispa y la
misma confianza. Y es que las personas no solo queremos que nuestra pareja nos
desee y nos muestre su afecto, también queremos que solo sienta eso por
nosotros, y evidentemente, que se
mantenga por siempre. ¿Es una petición posible o imposible?
Dejemos a
un lado el amor que sentimos hacia nuestra familia y nuestros amigos para
centrarnos en el amor hacia nuestros compañeros y compañeras sentimentales. ¿Es
posible seguir sintiendo la misma pasión al principio de una relación de pareja
que a los dos años? ¿Y a los diez años de relación? ¿Y a los treinta? Si la
pasión disminuye… ¿es eso un motivo para replantearse la relación?
Si deseas leer el artículo al completo, pincha en el siguiente enlace:
http://www.malicieux.es/magazine/bienestar/amamos-siempre-de-la-misma-manera.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario